martes, 24 de agosto de 2010

Step by step and day by day.

Mirando al pasado ves pasar páginas y páginas de tu día a día. Un lujo que te hace derramar lágrimas agrias, que te matan poco a poco, corroen tus entrañas.

Cientos de pasos dados en falso te hacen caer como la primera vez, las heridas en tus rodillas cada vez influyen más en tu camino. E intentas seguir, seguir como sea, llegas hasta el punto de arrastrarte, pero cada centímetro avanzado exige una recaída.

-Y es que… ¿crees que te puedes permitir vivir de los recuerdos?- Ellos emponzoñan tu vida, llenan de humo tu interior y consumen tu existencia, como si de un cigarro se tratase.

Te ahogan los sueños, son tu efímera condena. Solo tú puedes hacer que desaparezca, borrarla y comenzar otra vez.
Buscas razones, carentes de sentido todas y cada una de ellas para no luchar, para dejar de blandir esa espada que protege a tu corazón de miedos e inseguridades.

Dejas los segundos correr. Tic, tac…
No logras contener los temblores de tus marchitos labios.
Soledad te tiene encadenada y el mundo egoísta no te deja ver cual es aquella verdad que puede abrirte un camino entre la maleza.

Mañanas que llegan y no les encuentras sentido y es que en un pasado fueron mejores. Sin embargo regalas tu mejor sonrisa cuando pisas la calle, sonrisa imperfecta que se va agrietando durante el transcurso del día, ya no quedan fuerzas…

Das vueltas a un café que deja atisbar un pequeño torbellino, que te llama, que te alcanza, que te traga.
Te pesa el futuro, te pesa el pasado y el presente… No lo sabes.
Dejas flotando en el aire un quizás, un ojalá… Pero no eres capaz de asegurar.

Aspiras la última bocanada de aire fresco, sales del balcón y abres la cama. El sueño hace pesar tus párpados.
Duerme…

“Una dosis de la vida real que, aunque incomprensible para muchos, transcurso diario para unos pocos.”


lunes, 16 de agosto de 2010

Scream that now are YOU.

Lejanía, aquello que separa entes ahora vacíos de sus más apreciadas quimeras, se observan tan lejos… pesan tanto que son abandonadas en cualquier mugrienta y fría esquina. ¿Y qué hacer cuando eso sucede? Rodear una vida de falacias, las sonrisas fingidas cubrirán el día a día, esas lágrimas contenidas que nunca pudieron atisbar la luz natural pudrirán milímetro por milímetro hasta los lugares más recónditos de tu alma.

Si, así es, a esto se le llama VIDA REAL. Nadie muestra su verdadero yo, las calles abarrotadas no muestran más que máscaras, caretas con las que cada ser humano se viste, únicamente por el mero hecho de ser aceptado en esto a lo que llamamos sociedad. ¿Pero de qué sirve que mil y una personas nos rodeen cuando realmente te encuentras solo? Buscas el cariño que nadie te podrá dar, excepto tú. Ese cariño que te llenaría de satisfacción, ese cariño que sentirías al poder decir, sí, al fin soy yo mismo… amor propio lo llaman algunos, yo simplemente pienso que es sinceridad.

“Ríe, llora, asústate, siente, deja que escalofríos recorran tus entrañas, todo tiene su momento, todo en su preciso instante…”